Experiencia en primera persona

El viernes 4 de febrero estaba paseando por la playa de Gorliz, podía saltar, correr, subir escaleras,.. estaba tan feliz, el mar precioso, olía genial, fue un paseo muy agradable y me sentía llena de fuerza y energía. Al llegar la noche del día 4 al 5 empecé a notar una molestia en la boca del estómago, un dolor que no me dejó dormir en toda la noche. Este dolor se acentuó hacia el lado del “flato” y pensé que igual algo no me había sentado muy bien pero… en unas horas… me vi dentro de un quirófano, operada de urgencia y con una apendicitis aguda gangrenosa. No había tenido síntomas aparentes días antes, pero este tipo de cosas pueden pasarle a cualquiera en cualquier momento de su vida y de un momento para otro.


La operación fue genial, pero… ay, después vino el postoperatorio. Porque, para llegar hasta donde tienen que llegar y sacar lo que tienen que sacar, deben romper una parte de la pared abdominal y uff, eso… eso después duele y duele bastante. En ese instante me acordé de todo el trabajo de las clases, lo que les digo a mis usuarios y usuarias y ahí valoré, sin lugar a dudas, la importancia de tener unas piernas fuertes que te ayuden a moverte, unos brazos que también ayuden a mover todo ese tronco dolorido y la importancia de conectar el cuerpo y la mente, trabajar la respiración y la relajación, entre otras cosas.



Tras la operación y todos los antibióticos que te dan, necesarios para combatir las infecciones, nuestro cuerpo se agota y yo me agoté. Pero pude levantarme al baño caminando después de la operación (después de dormir toda la noche porque estaba medio sedada) y con mucha precaución (porque hay riesgo de que salgan hernias durante el primer mes) intenté salir a caminar al día siguiente del alta, aunque fuesen 200 metros. Los médicos te recomiendan caminar ya que es fundamental para la circualción, ir mejor al baño, respirar mejor, y muchas otras cosas. Yo tuve la suerte de poder hacerlo pero hay personas de diferentes edades y condiciones físicas a las que una semana de ingreso les puede suponer la inmovilidad en un futuro. Por esta razón, cuanta más vida activa hagamos en nuestro día a día, más preparados estaremos cuando surja algún problema médico (operaciones, infecciones, ingresos varios, pruebas médicas, etc.)


Otra observación que pude hacer fue la del gran dolor abdominal que tenía y lo mucho que me dolía toser o reírme y cómo el tener conciencia corporal del diafragma, la respiración y el funcionamiento de la emisión del aire y el apoyo, me ayudó a tener algo menos de dolor. Ahí me di cuenta de la importancia de fortalecer brazos, piernas y tener cuerpo y mente activos.


Solo me queda decir las muchísimas ganas que tengo de que pase este mes (ya solo me faltan unos 15 días) para volver a hacer vida completamente normal, saltar, correr y reír sin tener que pensar si apoyo más o menos de diafragma.  😉